Las muertes por violencia armada en Estados Unidos creció a en 2020 a más de 19.000, el número más alto en dos décadas, con cifras récord de homicidios en grandes ciudades y de venta de pistolas y rifles vinculado al efecto de la pandemia y al crecimiento de grupos extremistas impulsados por Donald Trump en su último año de gestión.
De acuerdo con la base de datos de Gun Violence Archive (GVA), durante el año pasado hubo 19.264 fallecidos por asesinatos, disparos no intencionales y casos catalogados como uso legítimo de la defensa, una suba considerable frente a los 15.433 decesos de 2019.
El número de heridos por armas de fuego también ascendió casi un tercio (39.369 en 2020 frente a 30.141 el año anterior) y los tiroteos masivos, en los que se cuentan cuatro víctimas o más, subió cerca de un 47% (612 frente a 417 en 2019).
En una decena de grandes ciudades los homicidios crecieron más del 50% este año, de acuerdo con datos del sitio especializado The Trace, con Chicago, Filadelfia, Nueva York y Baltimore en el podio de mayor cantidad de asesinatos totales y Milwaukee, Louisville, Seattle y Minneapolis entre las que más aumentaron en la comparación interanual.
Uno de los factores que alimentan estas estadísticas es el crecimiento de grupos extremistas que llegan a ser 940 en todo el país, según el censo de la organización Southern Poverty Law Center que incluye en la lista a supremacistas blancos, nacionalistas, neoconfederados, miembros del Ku Klux Klan, neonazis y milicias supremacistas y ultranacionalistas, muchas de ellas vinculadas a la Alt-Right (nueva derecha).
El ascenso de estos sectores tuvo el aval por parte del Gobierno de Trump y esta relación de mutuo apoyo se vio reflejada el miércoles pasado con el asalto al Capitolio para intentar bloquear la certificación de Joe Biden como el próximo presidente.
Fue el corolario de un 2020 en el que se afianzó ese vínculo simbiótico: desde la pareja de St. Louis que salió armada a la puerta de su casa para enfrentar a los manifestantes del Black Live Matters (Las vidas de los negros importan) y que luego habló en la Convención Republicana, hasta el llamado en ese mismo acto a "proteger las calles" que motivó al día siguiente a un joven de 17 años a matar con un rifle a dos manifestantes en una protesta contra la violencia racial en Kenosha.
Esta escalada de violencia, la tensión política en un año electoral y las preguntas sobre la legitimidad de la Policía a raíz de su participación en los asesinatos de afroamericanos (Breonna Taylor, George Floyd, Alvin Cole y Jacob Blake, para enumerar algunos nombres), también llevó a que 2020 sea un año récord en la venta de armas.
Ni las empresas ni el Gobierno publican datos oficiales, pero según la consultora Small Arms Analytics, durante el año pasado se adquirieron 23 millones de pistolas y rifles.
Por su parte, el Sistema Nacional Instantáneo de Verificación de Antecedentes Penales (NICS) del FBI, requisito legal para prevenir la venta de armas de fuego a personas prohibidas por la ley, procesó este año casi 40 millones de solicitudes, un récord desde su creación en 1998.
El coronavirus, en el país más golpeado del mundo por una pandemia que Trump siempre minimizó, también tuvo un rol preponderante en el crecimiento de la violencia.
"El aumento de los homicidios está relacionado con los efectos de la covid-19: estrés, pérdida de empleo, desafíos económicos, jóvenes sin escolarizar, desesperanza y un aumento en la venta de armas", indicó a Télam Jillian Peterson, profesora de Criminología en la Universidad Hamline.
La académica señaló también que si bien hubo más tiroteos que tuvieron como víctimas a al menos cuatro personas, fueron menos los muertos por este tipo de violencia armada, y atribuye eso a un efecto positivo por las restricciones que impusieron algunos Gobiernos estatales para mitigar la circulación del virus.
"Si hay menos reuniones en espacios públicos, hay menos oportunidades que ocurran", afirmó y agregó que la aparición del coronavirus como "enemigo común" modificó el enfoque de las noticias, ya no tan focalizadas en crímenes, lo que generó "un menor efecto de contagio social como se vio en el pasado".
Pero un 2020 marcado por la violencia no son malas noticias para todos: la Asociación Nacional del Rifle, principal órgano de lobby del país en la defensa de leyes que permitan la propiedad individual de armas, celebró que durante el año que pasó rompió récords de membresías y dio la "bienvenida a millones de nuevos propietarios de armas".
"Continuaremos esa lucha en 2021 para asegurarnos de que todos los estadounidenses puedan defenderse a sí mismos y a sus seres queridos", dejó como mensaje en Twitter junto a una imagen en el que el cero que grafica el nuevo año parece imitar en forma y color a la base de una bala.